viernes, junio 08, 2007

EL TERRORISMO ROBA ESPACIO AL DERECHO A LA VIDA Y A LA LIBERTAD


El terrorismo roba espacios al derecho a la vida y a la libertad


No dudo de la buena voluntad del gobierno en su tratamiento del dramático problema del terrorismo, en la misma medida que no dudo de que ha sido erróneo desde el primer día.

ETA ha percibido la voluntad de diálogo y de atraer a los radicales hacia la reivindicación democrática, como un acto de debilidad y jugando sucio, como hace habitualmente cualquier banda criminal, lo ha explotado a su favor.

Lo peor es que la mayoría de los ciudadanos también lo han percibido desde una perspectiva apática y falta de carácter y nitidez, dando la sensación de que el gobierno, y solo el gobierno, eran los únicos que no se percataban de las verdaderas intenciones de la banda. Una banda que ya ha andado este camino al menos otras dos veces, por lo que hay que interpretar como lamentable no haber aprendido nada de las anteriores, volviéndole a permitir ser los protagonistas de las portadas nacionales y extranjeras, mientras se reagrupaban, se rearmaban y recomponían toda su logística. Al menos Aznar se percató y reaccionó adecuadamente y a tiempo. Inexplicable y sorprendentemente, Zapatero no.

Es el gobierno el que tomaba las decisiones. Es el gobierno el que le debe una disculpa al conjunto ciudadano, en general y a las víctimas en particular, por su política contra el terrorismo, ya que se ha percibido tan blanda e ingenua, que no dio la impresión de ser tal, además de ser persistente y prolongada, cuando casi todos conocían este final y otros muchos lo supieron al empezar el proceso. La banda nunca lo ocultó. Por el contrario se ufanaba de sus logros a cambio de nada. El gobierno no lo quiso ver ni quiso oír a los que le advertían que el único obstáculo para la paz es ETA, y estos siempre dejaron claro que no les interesaba la paz para nada. Solo buscaron la derrota y la humillación del Estado. Se ha hablado y escrito mucho sobre esto.

Rajoy lleva razón. El terrorismo es ventajista. No negocia. Amenaza, exige e impone. Sentarse a su mesa es rebajarse a su nivel. Pero no es momento de recriminaciones, ni disculpas, ni merodeos. Es momento de mostrar a los asesinos la fortaleza y la unidad del Estado. Al terrorismo no se le vence con buenos modales. Solo se le puede y se le debe derrotar, con la ley del Estado de Derecho aplicada con todo rigor. Y si la ley antiterrorista es blanda y les da ventaja, se adapta a la dureza del malhechor despiadado. Es a partir de ahí, donde el gobierno se legitima para recabar el apoyo de toda la nación para hacer piña contra el terror. Solo en la voluntad de derrotarlo se puede encontrar la confianza unánime del ciudadano que lleve a la implicación de todos, sin cuartel ni tapujos. No hay razones de Estado que justifique frivolidad en la aplicación de la ley.

Se hace necesario el firme compromiso de que nunca más a nadie del Estado se le permitirá una sola aventura veleidosa con el hampa del terror, otra vez confirmado que por ese camino, no solo no se alcanza la paz, sino que se potencia el riesgo para la vida de las personas. Es necesario recuperar los referentes que contrasten con amplia nitidez, las grandes diferencias entre el mal y el bien y que deben ser las mismas que haya entre el delito y la justicia. No se puede negociar la paz con quienes la perturban generando terror. Solo eliminándolos ganaremos y mereceremos esa paz.

Toda la Nación, con su Estado al frente, haciendo justicia democrática, a un puñado de asesinos. Esa es la estampa que todo ciudadano amante del derecho y las libertades desea que su gobierno, sea cual sea, promocione y patrocine, inculcándola desde la absoluta lealtad a la dignidad de la Nación a la que representa.

Saludos